
Cuando pensamos en sexualidad, nos viene a la cabeza el acto físico o las relaciones íntimas,sin embargo, hay otros muchos conceptos que entran dentro de la sexualidad:
«placer, sentir, ser, expresarse, vivir, intercambio, relación, tacto, explorar, fantasía, deseo, identidad, orientación, amor, género, intimidad, consentimiento, autonomía, diversidad, cuerpo, privacidad, salud, educación, atracción, libertad, erotismo, satisfacción, sensualidad, responsabilidad, comunicación, respeto, estigma, libido, prevención, bienestar, comodidad, igualdad, maternidad, paternidad, afectividad, lgtbiqa+, etc.»
..son áreas que la sexualidad abarca, pero rara vez consideramos su verdadero alcance. La sexualidad influye en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, en nuestra autoestima, en la construcción de nuestros vínculos afectivos y en nuestra calidad de vida en general. Cuando la entendemos en su totalidad, se convierte en una herramienta clave para el bienestar integral.
Sin embargo, históricamente, la sexualidad ha estado rodeada de tabúes, mitos y silencios. Durante siglos, fue un tema relegado al ámbito privado, tratado con vergüenza o incluso negado en conversaciones públicas y familiares.
Esta falta de apertura ha generado desinformación y, en muchos casos, ha derivado en problemas que podrían haberse prevenido con una educación sexual adecuada.
La ausencia de un diálogo honesto sobre la sexualidad nos ha dejado con dudas, miedos y creencias erróneas que dificultan la posibilidad de disfrutar de una vida sexual y emocional plena.
La falta de educación sexual es, en parte, responsable de las dificultades que muchas personas experimentan en este ámbito. Desde problemas relacionados con el deseo y la excitación hasta disfunciones sexuales o dudas sobre la identidad sexual o de género, una comprensión limitada de la sexualidad puede tener consecuencias emocionales y físicas profundas.
Y no solo afecta a las relaciones íntimas; también puede influir en la autoestima, el bienestar emocional y la capacidad de establecer relaciones sanas y satisfactorias.
Por ello, la educación sexual es un aspecto fundamental para cualquier sociedad que aspire a ser sana y equilibrada. No se trata solo de transmitir información biológica sobre el cuerpo, sino de ofrecer herramientas para entender nuestros deseos, nuestras emociones y nuestros límites.
La educación sexual adecuada nos ayuda a relacionarnos de manera más consciente, respetuosa y empática con nosotros mismos y con los demás.
Además, nos permite superar los prejuicios y las creencias limitantes que aún persisten.
El conocimiento empodera, y conocer nuestra sexualidad es una de las formas más poderosas de fomentar el bienestar y evitar conflictos internos o en las relaciones. Tener un espacio para reflexionar sobre nuestra sexualidad, aprender sobre ella y mejorarla, es esencial para quienes buscan una vida emocionalmente equilibrada y plena.
Hablar de sexualidad no debería ser un motivo de vergüenza, sino una oportunidad para crecer y vivir en armonía con lo que somos.
Atención y educación en este ámbito no son un lujo, sino una necesidad para el bienestar integral.