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Ataque de panico

 

En España, la ansiedad es uno de los trastornos mentales más comunes. Según la Encuesta Europea de Salud de 2020, un 6,7% de los españoles mayores de 15 años reportó sufrir de ansiedad crónica, lo que equivale a más de 3 millones de personas afectadas.

Sin embargo, tras la pandemia de COVID-19, los números han crecido considerablemente. Según un estudio realizado por la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), hasta un 30% de la población experimentó síntomas relacionados con la ansiedad durante el confinamiento.

El impacto de la ansiedad, al afectar a la salud mental, también disminuye la calidad de vida. La Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental señala que los trastornos de ansiedad están asociados con un mayor riesgo de comorbilidades como depresión, y con dificultades en el desempeño académico, personal y laboral.

La ansiedad se puede manifestar de distintas maneras, entre ellas están los ataques de pánico. Un ataque de pánico es un episodio súbito de miedo intenso o malestar extremo que alcanza su máximo en pocos minutos y se caracteriza por una variedad de síntomas físicos y psicológicos. Estos síntomas suelen incluir palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de falta de aire, mareos, y miedo a perder el control, volverse loco o morir.

Pueden ocurrir de manera inesperada, sin una causa aparente, o como respuesta a situaciones específicas desencadenantes para la persona atendiendo a su experiencia vital. Aunque el episodio en sí no representa un peligro físico, los síntomas pueden ser tan abrumadores que
muchas personas los confunden con una emergencia médica, como un ataque al corazón.

Es por esto que a continuación concretamos 10 pautas sobre cómo acompañar a alguien que está sufriendo una ataque de pánico:

– Procura mantener la calma.

– Si es posible, traslada a la persona a un entorno más tranquilo y respeta el espacio personal de la persona con el ataque.

– Dirígete a ella con frases cortas y simples.

Pregúntale qué necesita; sobre todo si es una persona que los ha sufrido con anterioridad, sabrá comunicar lo que más le trae de vuelta a la calma.
– Ayúdale a controlar la respiración, por ejemplo respirando con ella o contando lentamente hasta 10 en voz alta.

– Trae su atención al presente, por ejemplo (aparte de con la respiración) pidiéndole que levante los brazos o nombre 5 cosas que ve.

– En caso de iniciar contacto físico, que sea siempre después de preguntar ya que a algunas personas puede abrumarles más.

Tranquilízale haciéndole ver que su situación no es letal, pero reconociendo que entiendes que se sienta así. Recuérdale que estas sensaciones pasarán.

No fuerces la resolución. Los ataques pueden durar entre 5 y veinte minutos, permite que se regule a su ritmo individual y no añadas al estrés intentando acelerar el proceso.

– Si la persona te pide quedarse sola, mantente disponible en caso de que la hiperventilación empeore.

En definitiva, los ataques de pánico afectan a una proporción significativa de la población, con un impacto notable en la calidad de vida de quienes los experimentan. Si bien pueden ser aterradores, es importante recordar que existen tratamientos y estrategias efectivas para  manejarlos y reducir su frecuencia e intensidad.